domingo, 8 de enero de 2017








UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA




Empezamos 2017 como una nueva etapa. Y como quiero que sea nueva de verdad tengo que hacer balance de lo pasado, como es de justicia, reconocer lo que he hecho bien y no tan bien, porque arreglando lo estropeado y diciendo adiós a lo vivido es como mejor, entiendo yo, que puedo vivir el presente.

A mí, hay dos cosas en la vida que me molestan sobremanera: la hipocresía y la injusticia.
 Así pues intento no ser yo ni hipócrita ni injusta en la manera que me sea posible, y puesto que lo que no quiero para mí tampoco sería justo que lo haga con los que me rodean cada día, aquí está este nuevo artículo para remediarlo.

Así pues al lío. A rectificar aquello que no he hecho yo tan bien en el pasado.

Los que me han seguido, leyendo este blog en el pasado,  saben que me propuse no escribir más del trabajo y de los compañeros, pues ...  no lo voy a cumplir, por lo menos, de momento.
No lo voy a cumplir porque el otro día me dieron un consejo y creo justo y afortunado seguirlo.

Os pongo en antecedentes:

Yo, cuando empecé a trabajar en Calatayud, me encontré un ambiente muy peculiar en el trabajo, ME SENTÍ muy mal y lo pasé muy mal durante un buen puñado de meses.

 Pongo el "me sentí" con mayúsculas por que quiero que todo el mundo entienda que este blog fue creado y sigue siendo, un método para expresar mis emociones y mis sentimientos, que soy además consciente de que la vida es subjetiva y que lo que para mí fueron unos meses malos para otras personas puede que no se lo parecieran tanto, a pesar de compartir mis mismas circunstancias en el mismo momento.

Esta es mi experiencia personal escrita desde el derecho de toda persona a expresar su opinión.

Pero bueno, todo esto yo lo expresé en su momento en un artículo de este blog que se titulaba IRONIA.

Reconozco que es un artículo duro, y que cuando fue leído por algunas de mis compañeras de trabajo de aquel entonces, éstas se sintieron atacadas.

En aquel entonces mi propia rabia me impidió ni tan siquiera pensar en ponerme en la piel de aquellas personas, pero ahora, que el bálsamo del tiempo ha curado en gran parte aquella herida, es de justicia reconocer que si me pongo en la piel de quien se vio reflejada en aquellas duras palabras, yo, me hubiera rebotado muchísimo.

Aunque a mí nadie me pregunto ni me comentó nada a la cara, el malestar que crearon mis palabras contribuyó al creciente malestar que crecía cada día en el trabajo. Yo me enteré al tiempo y de segundas, de las numerosas reacciones que había generado el artículo. Nadie dijo nada pero se creo un enjambre de contradicciones que convirtió algunos de aquellos momentos en los peores de mi vida.


A raíz de un cambio en el personal del juzgado la toxicidad fue desapareciendo. Las aguas volvieron poco a poco a su cauce, yo cambie de puesto de trabajo y reconozco que la ayuda de una de mis compañeras de aquel entonces fue crucial para que yo aprendiera mis nuevas funciones.

Esta crucial ayuda la quiero volver a reconocer ahora por escrito, puesto que ya la agradecí en su momento de palabra y cara a cara. El esfuerzo y la dedicación que esta chica me prestó cuando yo más la necesitaba, a pesar de que no era su obligación, me ayudó sobremanera.

Esto es justo y de justicia reconocerlo.

Y de aquellas tempestades vinieron estas calmas.

Parece un espejismo o, incluso un mal sueño, todo lo que vivimos en esos tiempos, viendo el ambiente que hay ahora. Y eso debería ser: un espejismo que pertenece ya al pasado.

AHORA ESTOY LA MAR DE A GUSTO.


Y aquí viene la lección a aprender: el otro día me dieron un consejo acertado y, sobre todo, justo. Si la gente que tiene acceso a este blog sólo se queda con el artículo antiguo seguramente se va a creer que el ambiente que hay ahora sigue siendo tan tóxico como el que yo describí en su día, y ahora ya no es así en absoluto. Las cosas cambiaron para bien ya hace bastante tiempo.

Con estas palabras quiero zanjar todo este tema. Reconociendo que aquellas palabras contribuyeron a avivar un fuego que no necesitaba estar más vivo. Lo único que puedo añadir en mi defensa es que en un momento tan duro como yo estaba viviendo entonces no hay nada que te pare cuando te revuelves harta y rabiosa contra una situación tan incómoda como injusta como la que se dio en aquellos tiempos. 

ESTAS SON MIS LUCES Y MIS SOMBRAS.

Yo, como también soy humana, también tengo una de cal y otra de arena. También me revuelvo cuando me pinchan, me dejo llevar por la rabia y cuando muerdo, muerdo de verdad, pero quiero pensar que todavía se reconocer cuando me equivoco y, estoy segura que no pasa nada por reconocer los errores.

Y esperando que así sea me despido de todos con un abrazo sincero. Hasta la próxima.