martes, 12 de mayo de 2015

Son las 4 de la mañana. Si, es esa hora. No puedo dormir. He pasado ...


 SOLEDAD



LA FORTALEZA, QUE ES MI SAGRADO TEMPLO,
SABE DE MIS GRANDES SUFRIMIENTOS
PERO CALLA SIGILOSA ANTE LOS GUARDIANES DEL DESEO
HACIÉNDOME PARECER UNA ATALAYA INFRANQUEABLE

MI CASTILLO INTERIOR SE DESVANECE,
POCO A POCO LA CARCOMA DEL DESAMOR LO VA CONSUMIENDO
Y, AUNQUE, TODAVÍA GUARDARÁN LOS AÑOS SU FINA ESTAMPA,
POR LA QUE SE DISTINGUE LA NOBLEZA,
POR DENTRO VAN MERMÁNDOSE MIS FUERZAS.

LOS CABALLEROS DE CAMELOT SE HAN IDO
Y CON ELLOS DESAPARECIERON LAS QUIMERAS,
LOS DESEOS BONDADOSOS DEL REY ARTURO,
SU UTOPÍA DE LIBERACIÓN Y SU GINEBRA.

NADA QUEDA PUES ...
NI EN CAMELOT NI EN MI ATORMENTADA ALMA
SÓLO EL VIENTO QUE SOPLA FURIOSO,
Y MIS FUERZAS QUE SE UNEN A LOS FANTASMAS,
QUE TAMBIÉN DESAPARECEN.

SOLA QUEDO PUES, ABANDONADA
MUERTA Y FELIZ
PORQUE POR FIN HA LLEGADO EL FINAL
¡ DICHOSO SEA!


Curiosamente siempre creí, cuando escribí este poema, que trataba sobre la soledad. Pero últimamente he visto claro que no, que de lo que verdaderamente trata es sobre EL ABANDONO.

El abandono es, y ha sido siempre, uno de mis caballos de batalla. La sensación de abandono me ha acompañado durante gran parte de mi vida. He llegado a descubrir que asocio esa sensación al fracaso. Quizá se deba a que, cuando era pequeña, siempre me decían que si me portaba mal me quedaría sola. Que nadie me querría.
Por eso también asocio no tener pareja a estar abandonada y por consiguiente, fracasada.

En mis grandes pesadillas siempre estoy sola, o mejor dicho abandonada.

Si rememoro años atrás, es verdad, que gran parte de mi vida la he pasado sola. Nunca he sentido el apoyo de los que me rodeaban. En mi familia no sabían que hacer con las emociones. Yo, a menudo, cuento que en mi casa se podía tener el sarampión pero no se podía tener la moral baja, porque con el sarampión te llevaban al médico pero con la moral baja no sabían que hacer.

La solución era dejarte sola y fingir que no pasaba nada porque lo que no se ve no está y si no está no te tienes que preocupar por ello.

Nadie les enseño a sentir y, mucho menos, a gestionar lo que sentían. Y aprendieron a sobrellevar el tema haciendo ver que los sentimientos no eran importantes, así no se tenían que preocupar en exceso.

Con los años ( y después de muchas terapias) he llegado a descubrir que hay una diferencia abismal entre soledad y abandono.

A mí, la soledad me ha hecho más fuerte. Convivo armoniosamente con ella a diario y, no os miento, cuando os digo que he aprendido a disfrutarla tanto que, si ahora me faltara, no podría vivir sin ella.

Todos estos escritos vienen de ella y se desarrollan en ella.

Cuando hice las paces conmigo misma también hice las paces con mi soledad, que al fin y al cabo, es un reflejo casi exacto de mi misma, de mi interior. No temo estar sola. A veces hasta lo prefiero.

La soledad se ha convertido en un improvisado refugio que me acoge cada vez que lo necesito.

El abandono, en cambio, sigo aprendiendo a gestionarlo. Sobre todo por esa asociación que os comentaba con el fracaso. Es bueno saber de donde vienen las cosas porque así nos resulta mucho menos doloroso resolverlas, atar los cabos sueltos, hasta poder curarlas.

Bueno, pues esto es todo por hoy. Espero que os sirvan estas reflexiones tanto como me han servido a mí. Un abrazo y ... una vez más GRACIAS. Quedo aquí en soledad.